Entrevistamos al actual director de la carrera de Arquitectura de la Universidad La Salle de la Ciudad de México.
Con una gran visión y compromiso por la formación académica de los futuros profesio nales de la arquitectura, el arquitecto Mario González Garza López es el actual director de carrera de Arquitectura de la Universidad La Salle en la Ciudad de México, un cargo que además de responsabilidad trae consigo muchos objetivos colmados de entusiasmo e ímpetu. La misión: impregnar a la comunidad universitaria de nuevas rutas y exploraciones para el éxito profesional.
Motivaciones profesionales
Su tía abuela, Lourdes González Garza, fue una de las primeras mujeres arquitectas del país. Poseedora de un gran carácter y sensible a temas muy humanos fue una de las personas más cercanas a él que lo motivó a aproximarse a la arquitectura a través de los dibujos y planos que siempre tenía en su mesa de trabajo y que ella producía cuando nuestro personaje invitado poseía apenas cinco años de edad.
Más tarde, Mario González Garza López se incorporó a diversos grupos de ayuda que visitaban con frecuencia la Sierra Lacandona. Conocer esa realidad lo impresionó; no sólo se trataba de la forma y las condiciones en que las personas vivían, sino la manera en cómo las comunidades se iban integrando a la selva.
Esas fases de su vida lo motivaron a buscar respuestas y analizar cómo era posible que se pudiera vivir en tales condiciones, así decide en su adolescencia estudiar arquitectura renunciando a la tradición familiar de estudiar derecho.
“Siempre, además de estar atento a analizar esas otras realidades, me encantó la lectura, es una activi.dad que hasta el día de hoy disfruto demasiado. Quizá por ello y por la influencia de mi padre estuve a punto estudiar la carrera de Derecho; pero la realidad es que al estar con mis amigos me di cuenta que tenía otros intereses como la pintura y escultura siendo así mayor la pasión por las artes que por las leyes. Entonces ingre.sé a estudiar en la Universidad La Salle. Decidí estudiar ahí porque la institución representaba un universo abierto y flexible en cuanto a la conformación de sus alumnos y sus condiciones sociales (había de todo y esa diversidad me parece valiosa). Pero sin duda también la escogí porque sabía que se encontraba entre las tres mejores instituciones del país”.
En las aulas, el entrevistado se formó bajo la tutela de los maestros Antonio Attolini y José Manuel Mija.res, quienes lo marcaron de una manera contundente durante el inicio de su formación académica. Conoció después al arquitecto arq. Óscar Gonsenheim Pai-lles quien fuera su tutor de tesis y al arq. Salvador Córdoba. Algunos de ellos ya finados, y otros que aún siguen dando clases en la universidad ahora en conjunto con este joven arquitecto. “A todos ellos los respeto mucho por los conocimientos que brin.daron, su experiencia y capacidad de enseñar bien; sin duda, fueron ejemplos a seguir y me demostraron claramente que no todos los arquitectos que imparten clases tienen esas cualidades, por ello me resultarán siempre admirables”.
Más tarde realizó un viaje a Nueva York, que lo impactó indudablemente en los objetivos de su que.hacer profesional. “El hecho de ver los rascacielos de la ciudad me cambió toda la visión histórica de cómo podían ser las ciudades; fue simplemente una revelación. Un poco después conocí Barcelona; pero sin que fuera algo contundente en temas de ciudad. Indudablemente lo que me llamó la atención fue el trabajo de Antonio Gaudí; su manera particular de comprender la forma, el color, el simbolismo. Son signos de los espacios que me cambiaron totalmente durante mi formación académica”.
En México –recuerda- por aquellos años el arquitec.to Teodoro González de León se encontraba realizando el Conservatorio de Música del Centro Nacional de las Artes – CENART (un conjunto diseñado por Ricardo Legorreta). “Esa arquitectura que atestigüé me fue haciendo más sensible a temas específicos, como el de la visión colectiva de la profesión, el espacio público, etc. En ese momento no creo que hubiera en México una gran construcción en proceso, sino pequeñas obras que me motivaron a seguir para concluir mis estudios”. Así, le llegó la primera oportunidad de involucrarse en la docencia al concluir su maestría en la UNAM.
Aspiraciones académicas
Invitado por el arquitecto Homero Hernández y Octavio Vázquez a la Universidad La Salle para for.mar parte de su planta docente, se encontró con el laboratorio de Tectónica y Tecnologías, donde se enfoca al alumno a experimentar con la forma, los procesos y el diseño bajo ciertos pretextos obje.tuales que no son específicamente un proyecto con tema arquitectónico.
Sobre esto, comentó: “Me pareció interesante la oportunidad porque se trataba de trabajar con expresiones escultóricas que implican análisis y mucha libertad creativa; que dan respuesta a una serie de investigaciones que tienen que ver con el entorno y con los fenómenos que surgen de la arquitectura pero que no siempre son espacios construidos. Así, quedé cautivado por la experi.mentación que se realiza en los laboratorios de la universidad porque además existía en ello un proceso crítico en donde toda la parte científica va aumentando y generando resultados que muchas ocasiones permiten que alumnos de primer y se.gundo año formen parte de procesos que en otras universidades se imparten en el último año de la carrera. Me pareció interesante además porque nuestros procesos no están alejados a universida.des como Columbia, Harvard o la AA de Londres. De este modo, indudablemente me comprometí y me fascinó el ambiente académico”.
En la actualidad, como director de carrera (cargo que asumió hace apenas unos meses) Mario González Garza se da cuenta de todo el trabajo realizado y el valor de todos los profesores de arquitectura que lo acompañan en esta misión. “Creo que quienes damos clases nos comprometemos a mejorar la disciplina y sus profesionales; por ello, me siento afortunado de formar parte de un equipo de trabajo que en años recientes ha transformado la manera en cómo nues.tros egresados se aproximan a entender la ciudad y los objetos construidos; se trata de una visión distinta que en gran medida deja espacio para incrementar el talento creativo que ya poseen quienes se forman en esta institución”.
Sin embargo, tomando lo anterior en cuenta, no se confía de la idea de que la juventud lo puede todo. Para él, tener arquitectos con gran trayectoria es fundamental para la formación de los alumnos, ya que tienen una ideología y una forma muy específica de comprender el espacio, de cómo involucrar a los alumnos en trabajar en equipo y sobretodo se refuerza así la idea del desarrollo de proyectos multidisciplina.res. El peso de la experiencia siempre es un bien que debe aquilatarse para lograr objetivos mayores que se ha propuesto cumplir.
Cabe decir que son tres elementos sustanciales los que se encuentra desarrollando como jefe de carrera:
1. Entender la sustentabilidad no como una simple materia para cursar, sino como un entendimiento lógico-conceptual que atraviesa todas las materias de los talleres y diferentes rubros sociales, económicos y ambientales. 2. Involucrar la tecnología; para esto, ha implementado el laboratorio de materiales y nuevas tecnologías debido a la evolución siempre constante de las materias primas de la industria de la construcción y sus cualidades constructivas, tales como el concreto, el acero, la madera, entre otros; además, promueve la generación de conocimiento vía software y la investi.gación. 3. Desarrollar proyectos de impacto social; es decir, entender que los proyectos realizados por los alumnos son eficaces y adecuados para ser aplicados porque no pierden de vista la realidad del país y sus entornos específicos.
Diversificación exitosa
Con esta directriz, Mario González Garza posee la misión de generar un enfoque actualizado y com.prometido con los retos de hoy día, manteniéndose en equilibrio con su práctica profesional en su des.pacho LIV Arquitectura, fundado hace siete años y que se enfoca al desarrollo de proyectos residencia.les, espacios comerciales y expositivos; entre otros. Del punto, señala: “Es complicado equilibrar todos los ámbitos profesionales y el familiar que para mí es muy importante; pero tanto en la universidad como en mi despacho me mantiene a flote la fe inquebrantable en mi equipo de trabajo. Disfruto dar clases y diseñar. Sé que indudablemente todo mi equipo tiene siempre una visión de servicio y calidad y eso nos ha permitido alcanzar objetivos y seguir creciendo”.
Actualmente en conjunto con el arquitecto Arturo Chávez desarrolla el Centro Cultural Teotihuacano en el Estado de México y el Centro Cábala en Polanco en la Ciudad de México. Como materiales aliados en su obra destaca el concreto al considerarlo un material dúctil que tiene la capacidad de ser ligero cuando es necesario y expresarse con gran contundencia cuando así se requiere.
“A la fecha nos encontramos implementando concreto con tecnologías holandesas, para lograr espacios que trabajan a una tensión muy específica en elementos como una losa de 10 cm de espesor, algo sumamente ligero. Y en el caso de nuestra obra en Teotihuacán, el concreto actúa como aliado ya que bajo análisis hemos podido lograr que este material nos permita por sus cualidades controlar el clima local para garantizar el confort térmico de los usuarios. Creo firmemente que aún hay una gran cantidad de cualidades del concreto por descubrirse, recientemente he visto concreto que puede iluminar-se desde el interior por las características especificas de sus agregados, lo cual trae consigo la reducción del consumo energético de las edificaciones. Esto es un ejemplo, pero sobre este tema habrá que decir que simplemente aún hay mucho que esperar de este material”, expresa.